martes, 6 de mayo de 2014

DIA DE LA VIRGEN DE CHAPI

A NUESTRA MAMITA DE CHAPI
Madre,
dame tus ojos para saber mirar,
si miro con tus ojos jamás podré pecar.
Madre,
dame tus labios para saber rezar,
si rezo con tus labios, Jesús me escuchará.
Madre,
dame tus manos para poder trabajar,
entonces mi trabajo valdrá una eternidad.
Madre,
dame tu manto para que cubra la maldad,
cubierto con tu manto, al cielo he de llegar.
¡ Oh Madre !
dame a Jesús para poder amar,
ésta será mi dicha por una eternidad.
Amén.
Patrona de Arequipa-Perú
Fiesta principal:
1 de mayo
además:
2 de febrero (Virgen Candelaria)
8 de setiembre (Natividad de María)
8 de diciembre (Inmaculada Concepción)
Se presume que no vio por dónde caminar debido a la oscuridad (Foto: Archivo La República/Video: América Noticias)
La veneración a la imagen de la Santísima Virgen de Chapi es una de las devociones más fuertes en el sur del Perú, esta imagen recordando la Purificación de la Virgen María es de factura española y fue traída a este continente, probablemente, a principios del siglo XVII.
La devoción a la Virgen de Chapi es tan antigua como su origen, según una antigua historia fue la virgencita la que se dio el nombre de Chapi: la imagen estaba destinada a una iglesia de un pueblo cercano a Arequipa, y esta imagen era trasladada por una comitiva desde las costas hacia el lugar de destino a través de los áridos valles sureños, pues bien, en el camino la comitiva escuchó que las siguientes palabras provenían de la imagen “¡¡Chaypi, Chaypi!!”, otros escucharon “¡Chajchay llallapi!” y otros “¡Chaj llallápi!”, expresión que según los entendidos provienen del quechua y del aymara, lenguas que se hablan aún en el Perú, y que todas expresan más o menos lo mismo: “Aquicito nomás”, “aquí, aquí”, “aquí nomás” fueron entonces estas mismas personas los que dijeron que “la Virgen no sólo quiere quedarse aquí sino que se ha dado el nombre”.
Esta es la razón por la cual el Santuario erigido en honor a esta imagen ha estado en medio de los cerros desérticos de la localidad de Chapi, a 60 km de la ciudad de Arequipa.
A partir de ese momento probablemente se comenzó a conocer esta imagen con el nombre de la Virgen de Chapi. A esta imagen de Nuestra Señora el pueblo arequipeño la denomina “la mamita” de Chapi, en alusión al rol maternal de María con nosotros sus hijos.
El 2 de febrero de 1985 el Santo Padre Juan Pablo II visitó la ciudad de Arequipa para coronar la imagen de la Virgen de Chapi, como recuerdo de su paso y luego de besar al niño y a María, el Santo Padre le dejó un rosario de recuerdo.
Son muchos los milagros que se le atribuyen a “la mamita”, desde diversas curaciones hasta hacer llover en tiempos de sequía.
Haciendo los mayores esfuerzos por llegar a ver a nuestra madre milagrosa
images
Recordando al papa Juan Pablo II en Arequipa
La primera y, única vez en muchos años más, que llegó un papa a Arequipa, marcó un hito imborrable en la memoria de miles de arequipeños que lo vitorearon hace 29 años.
Juan Pablo II, el papa polaco, llegó para beatificar a sor Ana de los Ángeles Monteagudo y coronar a la imagen de la Santísima Virgen de Chapi. Fue el 2 de febrero de 1985.
Miles de personas a lo largo de los doce kilómetros del recorrido papal, lo ovacionaron, agitaron banderas vaticanas y peruanas, entonaron canciones, se emocionaron hasta las lágrimas, oraron y mostraron carteles de bienvenida al Santo Padre.
OPOSICIONES. Nadie en ese momento recordaba la sistemática campaña que durante meses desarrollaron las sectas, contra la visita del pontífice romano, llegando a calificarlo como enviado del demonio. Una vez más, con su entusiasta presencia en las calles y en el campo eucarístico, Arequipa dejó patente porqué, otro pontífice, el Papa Pío XII, la calificó como "la Roma del Perú".
En esos días tampoco se pensaba que ese primer papa no italiano en 400 años, contra el cual dispararon una bala el 13 de mayo de 1981 y, que meses más tarde acogería favorablemente el voto de la Sagrada Congregación para la causa de los santos sobre el milagro operado por intercesión de sor Ana de los Ángeles Monteagudo, llegaría a ser canonizado.
Aunque, todos reconocían en él un carisma especial, y lo llamaban Su Santidad, ninguno de los que en algún momento, ese sábado 2 de febrero de 1985, estuvieron de rodillas entregándole ofrendas, pensaron ver su canonización, que hoy se concreta, tras el proceso más rápido de la historia. Sólo nueve años después de su muerte.
El papa Wojtyla permaneció en tierras mistianas casi ocho horas, durante las cuales más de medio millón de personas registraron en su memoria recuerdos personales de esa visita, que a tres décadas de distancia se mantienen vivas.
Montado en un "papamóvil" traído especialmente para la ocasión, saludó, bendijo, acarició niños, regaló rosarios, recibió saludos protocolares, pero sobretodo el calor de todo un pueblo.
CORONACIÓN. Aunque llegó con fiebre, al parecer por el cambio de clima y una apretada agenda protocolar a su arribo a Lima, la noche anterior, el pontífice presidió la celebración eucarística que duró algo más de tres horas.
A las 11:30, después del Gloria, en la celebración Eucarística, Juan Pablo II declaró solemnemente Beata a la monja arequipeña, sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Luego, tras su homilía pronunciada en un castellano con dejo especial, impuso la corona de oro sobre la cabeza de la imagen de la Virgen de Chapi. El hecho, recibido entre aplausos y el repique de campanas de toda la ciudad, vino a resaltar la especial devoción de los arequipeños por la "Mamita".
Durante la celebración de la Misa concelebrada con todos los obispos peruanos, que llegaron para la ocasión, un grupo de niños hicieron su Primera Comunión y otro centenar de personas recibieron la sagrada forma de manos del Papa.
DESPEDIDA. El recorrido triunfal de la imagen de la Virgen de Chapi, en el campo papal, ubicado en predios universitarios, entre el actual local de la Biblioteca Central y el Estadio de la UNSA, posibilitó que la salida del Papa del campo eucarístico, se llevara en perfecto orden. Orden que desapareció en el momento de su despedida en el aeropuerto "Alfredo Rodríguez Ballón", donde centenares de jóvenes y personas presentes, rodearon al Papa y lo acompañaron hasta la escalinata del avión que lo llevaría a Lima.
A la distancia del tiempo y con los recuerdos borrosos aún en la retina, cada uno de los que estuvieron presentes en aquella histórica visita, hoy podrán decir que tuvieron la oportunidad de ver en cuerpo presente, a un santo: san Juan Pablo II.

















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