SAN ANTONIO DE PADUA
Santo franciscano de origen portugués, sacerdote y doctor de
la Iglesia. Su nombre de nacimiento era Fernando Martins; era hijo primogénito
de Martín de Alfonso, caballero portugués descendiente de nobles franceses (los
Bouillon), y de María Taveira.
Estudió en la escuela catedralicia, donde un tío suyo era
maestrescuela; más tarde, en torno a 1210, ingresó en el monasterio de
canónigos regulares de San Agustín de San Vicente de Fora, cerca de Lisboa.
Allí tuvo como maestros al propio prior, Pedro, y a un hombre de amplios
conocimientos como Petrus Petri. Pero su familia y amigos no aceptaron su
vocación y trataron de hacerle abandonar.
Para evitar estas presiones renunció a la herencia familiar
y se trasladó en 1212 al monasterio de Santa Cruz de Coimbra, importante centro
de enseñanza religiosa que contaba con una gran biblioteca. En este otro lugar
recibió la influencia de la escuela teológica de San Víctor (París) a través de
profesores que habían estudiado allí. Tampoco en Coimbra encontró tranquilidad,
pues el monasterio se vio afectado por el enfrentamiento entre el rey Alfonso
II de Portugal y el papa Inocencio III: su propio prior, Juan, fue excomulgado
por apoyar al primero.
Hacia 1219, fecha en que probablemente era ya sacerdote,
conoció a la pequeña comunidad franciscana de Coimbra, establecida poco antes
en el eremitorio de Olivais, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno,
evangélico y en pobreza. Cuando poco después llegaron a su monasterio restos de
los primeros mártires franciscanos, muertos en Marrakech, decidió ingresar en
la nueva orden, que a causa de su reciente creación aún estaba poco extendida y
carecía del prestigio que alcanzaría más adelante. Fray Juan Parenti,
provincial de España, presidió la sencilla ceremonia de toma de hábito
franciscano (verano de 1220), en la que cambió el nombre de Fernando por el de
Antonio (el eremitorio de Olivais estaba dedicado a San Antonio Abad), símbolo
de su cambio de vida.
Tras un breve noviciado, e impulsado por el ejemplo de los
mártires franciscanos, parece que en otoño de ese mismo año embarcó hacia
Marruecos junto con otro hermano de orden, fray Felipe de Castilla, para
alcanzar él mismo el martirio. Sin embargo, al poco de desembarcar enfermó de
malaria; convaleciente todo el invierno, ello le obligaría a abandonar el país
además de dejarle secuelas para toda la vida.
Su intención era ahora llegar a las costas españolas y desde
ellas volver por tierra a Portugal, pero una tempestad llevó el barco en que
viajaba hasta Sicilia. Permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la
isla), donde había una comunidad franciscana, para completar su recuperación.
En junio de 1221 asistió al capítulo de su orden en Asís ("capítulo de las
Esteras", que convocó a 3.000 franciscanos); allí conoció a San Francisco
de Asís y decidió no regresar a Coimbra para ponerse al servicio de fray
Gracián, provincial de la Romaña (circunscripción franciscana que abarcaba todo
el norte de Italia).
Éste lo envió durante un año al eremitorio de Montepaolo
(cerca de Forli) para que se fortaleciese antes de encomendarle alguna misión
de apostolado. A mediados de 1222, ya con buena salud, predicó en la catedral
de Forli (sin haber preparado previamente sus palabras, pero con gran
profundidad), con ocasión de unas ordenaciones de franciscanos y dominicos.
Su provincial le nombró predicador y le encargó ejercer su
ministerio por todo el norte de Italia, donde se extendía por muchos lugares el
catarismo. Recorrió así, enseñando, numerosos lugares. Su labor catequética en
Rímini en 1223, por ejemplo, fue difícil, pero sus exhortaciones y discusiones
públicas acabaron teniendo éxito, logrando convertir entre otros a Bononillo,
obispo cátaro. A finales de este año o principios de 1224 estuvo también en
Bolonia, enseñando teología a otros frailes franciscanos en el convento de
Santa María de la Pugliola; fue el primer maestro de la orden, recibiendo para
ello el permiso de San Francisco, que le escribió una carta llamándole "mi
obispo".
Hacia 1224 o 1225, sus superiores lo trasladaron al sur de
Francia, donde los albigenses tenían más fuerza que en Italia. Su método para
combatir la herejía consistió en llevar una vida ejemplar, en charlas con los
no creyentes y en catequesis para fortalecer la fe de los cristianos. Prosiguió
su enseñanza teológica en Montpellier (donde se formaban los franciscanos y
dominicos que iban a predicar en la región) y Tolosa (ciudad con fuerte
presencia albigense), además de ser guardián del convento de Le Puy-en-Velay
(al oeste de Valence y Lyon) y, desde el capítulo de Arlés de 1225, custodio de
Limoges. Como tal estableció la residencia de los franciscanos de la ciudad en
una antigua ermita benedictina y fundó un convento cerca de Brieve.
A finales de 1225 participó en el sínodo de Bourges, que
examinó la situación de la región. Antonio señaló a los prelados la necesidad
de vivir sencillamente para dar ejemplo; el obispo de Bourges, Simón de Sully,
respondió a sus palabras y aplicó en lo sucesivo la reforma de costumbres,
ayudándose de franciscanos y dominicos para la evangelización de su diócesis.
La muerte de San Francisco el 3 de octubre de 1226 le obligó
a viajar a Asís, como custodio de Limoges, al capítulo general que debía elegir
nuevo ministro general; éste tuvo lugar el 30 de mayo de 1227, siendo elegido
fray Juan Parenti. Buen conocedor de la valía de Antonio, le nombró provincial
de Romaña. Muy querido por sus frailes, recorrió los lugares de su provincia donde
había conventos franciscanos; uno de ellos fue Vercelli, donde predicó en la
catedral con gran impacto y conoció al teólogo y canónigo regular Tomás Galo.
También por entonces debió estar durante estancias largas en
Padua, donde fundó una escuela de franciscanos y comenzó a escribir una serie
de sermones. Fruto de su labor fue el aumento de las misiones de predicación y
la fundación de numerosos conventos. En el capítulo general de 1230, reunido
con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís,
pidió a Parenti que le retirase el cargo, a causa de su mala salud.
El general aceptó su renuncia a cambio de formar parte de
una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la
regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar. Ante él y la curia
romana predicó por entonces Antonio, siendo escuchado con entusiasmo: el papa
lo llamó "Arca del Testamento". Es posible que colaborase en la
redacción de la bula Quo elongati, respuesta a los problemas planteados por la
orden al pontífice.
Después marchó al que sería su último destino, Padua, en la
que se entregó con tal ardor que en lo sucesivo a su nombre quedaría asociado
el de la ciudad, Antonio de Padua. Se instaló primero en la capilla de la
Arcella, junto al convento de clarisas, pero solía predicar en el convento
franciscano de Santa María, extramuros de la ciudad.
Escribió, por petición del cardenal Reinaldo dei Segni (el
futuro Alejandro IV), una serie de sermones según las fiestas del año litúrgico
y predicó hasta el agotamiento la Cuaresma de 1231; a sus sermones diarios
asistió gran parte de la ciudad y consiguió del Consejo Mayor de la ciudad la
liberación de los deudores presos por no tener medios con qué pagar sus deudas
(origen del "Estatuto de San Antonio"). Poco después, el podestá
Esteban Badoer le rogó que solicitase al poderoso Ezzelino IV da Romano la
liberación de varios nobles paduanos que tenia prisioneros; de este modo, viajó
a Verona y se entrevistó con Ezzelino, aparentemente sin éxito (unos meses
después de la muerte de Antonio acabaría por ceder).
En mayo, habiendo empeorado su salud por el viaje, se retiró
al cercano lugar de Camposampiero para descansar y terminar de escribir los
Sermones. Pero la gente tuvo conocimiento del lugar en que estaba y acudió en
masa a oírle y pedirle consejo. El viernes 13 de junio sufrió un colapso y,
ante el próximo fin, pidió que le trasladasen a Padua. Así se hizo, aunque para
evitar las multitudes se detuvieron en la Arcella, donde murió Antonio esa
misma tarde tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales.
No tenía aún cuarenta años, y había ejercido su intensa predicación poco más de
diez.
Orador sagrado, fundador de hermandades y de cofradías,
teólogo y hombre de gobierno, dejó varios tratados de mística y de ascética y
se publicaron todos sus sermones. Un año después de su muerte fue beatificado.
Su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV. Su representación
más valiosa se debe a Goya, quien lo plasmó en San Antonio de la Florida. Fue
proclamado doctor de la Iglesia en el año 1946. Su fiesta se celebra el 13 de
junio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario