Esta Convención, el más universal de los tratados internacionales
Disponible en inglés, establece una serie de derechos para los niños y las
niñas, incluidos los relativos a la vida, la salud y la educación, el derecho a
jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia y la
discriminación, y a que se escuchen sus opiniones.
Todos los miembros de nuestra sociedad —padres y madres, personal
docente y sanitario, dirigentes gubernamentales, líderes religiosos,
personalidades de la política, el mundo empresarial, la sociedad civil y los
medios de comunicación— desempeñan un papel clave en promover el bienestar de
la infancia.
El mundo se tiñe de azul y con esta campaña UNICEF pide a las personas,
las escuelas y las empresas que contribuyan a construir un mundo en el que cada
niño y cada niña del planeta puedan ir a la escuela, estén a salvo del peligro
y puedan desarrollar todo su potencial.
En 1948, la recién fundada Naciones Unidas, la mayor organización
internacional existente, aprobó la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, un documento que contenía implícitamente los derechos del niño, aunque
sin concederles toda la relevancia que se merecen. Poco más de una década
después, en 1959, la Asamblea General de la ONU, consciente de la importancia
que había que otorgarle a la normativa infantil, aprobó una Declaración de los
Derechos del Niño que explicitaba, a lo largo de 10 principios, los derechos
contemplados en la Declaración de 1948.
Poco después, la ONU determinó que fuera el Fondo Internacional de
Emergencia de las Naciones Unidas para los niños (UNICEF) el organismo
encargado de la protección de los menores. Desde entonces se ha empleado a fondo
para proteger jurídicamente a la infancia, y fruto de sus debates nació, el 20
de noviembre de 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño.
Desde que se aprobara el documento en la Asamblea General de las
Naciones Unidas han ido poco a poco ratificándolo los diferentes países de los
cinco continentes. En la actualidad son 191 los países que han ratificado la
Convención. A lo largo y ancho del mundo, todos los países se han dado cuenta
de que es sumamente importante proteger al colectivo más inocente de la
sociedad.
Los niños, valga la redundancia, son niños, y hay que cuidarles y
protegerles jurídicamente de una forma rígida y contundente hasta que cumplen
los 18 años y se convierten en adultos. Así, los niños y niñas son sujetos de
sus derechos, pero es tarea de los adultos velar por su cumplimiento.
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