La Semana de la Vida Animal nos invita a reflexionar sobre el rol de
la sociedad respecto a los animales. El 4 de octubre también se celebra el Día
Mundial de los Animales y es un motivo más para sensibilizar a las personas y
propiciar una convivencia armónica con la naturaleza.
Un hombre que entregó su vida en defensa de los animales fue San
Francisco de Asís. Él nos enseñó a amarlos y dijo que son seres que merecen
todo nuestro respeto y protección. Por ello, este santo fue declarado patrón de
los ecologistas y de los animales por el papa Pablo VI. No fue un ecologista en
el sentido moderno pero realizó una sorprendente labor en favor de los
animales. Es un momento propicio para meditar y reafirmar nuestra posición en
defensa de los animales. La oportunidad también sirve para realizar un balance sobre
el tema y preguntarnos cómo es nuestra convivencia con los animales. El
resultado, lamentablemente, es desfavorable para el hombre, pues comete una
serie de excesos contra la vida animal.
La educación nos permite respetar y dar amor a los animales, que
forman parte del mundo en que vivimos. El respeto a estos seres está
íntimamente vinculado con el respeto hacia uno mismo. Es decir: el trato
quedamos a los hombres debe ser el mismo que debemos otorgar a los animales.
Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen derechos –a la
existencia, atención, cuidados, protección y respeto–; por ello, no se debe
permitir su exterminio o explotación.
Pocos conocen la legislación internacional que defiende los derechos
de los animales, la que se plasma en la Declaración Universal de los Derechos
de los Animales. En el preámbulo de este documento se indica que el hombre ha
cometido crímenes contra la naturaleza y los animales y se convierte en el
principal agente que destruye la vida animal. Para ello se vale de cualquier medio
y pretexto.
La crueldad aplicada contra los animales llega a ser espantosa y
dolorosa. Ejemplo bastan y sobra, y podemos verlo con los toros, gallos, osos,
delfines, elefantes, lobos de mar y pingüinos. Esa crueldad y violencia nos
coloca en una escala inferior. Cuando el hombre estudia a los animales
encuentra sabias enseñanzas. Aspectos de la conducta animal estudiados por
Darwin, Oparin, Aristóteles, Charles Dickens o Herbert Spencer ayudaron a
entender la organización humana. La forma en que se organizan, su instinto de
conservación y los diversos mecanismos de defensa que aplican también han sido
aprendidos y utilizados por el hombre.
A pesar de ello, es necesario cuestionarnos sobre una serie de actitudes
humanas. ¿Conocemos los derechos de los animales? ¿Los respetamos? ¿Hemos
mejorado nuestra relación con respecto a ellos? Varias de estas preguntas quedarían
sin respuesta porque, a pesar de que existe una importante cantidad de
entidades defensoras delos animales, el daño causado es enorme.
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